El Club Nàutic S’Arenal celebra el 70 aniversario de su fundación en 1952 como un pequeño puerto de pescadores aficionados que se ha convertido en un referente de la vela deportiva y social.
¡SIGUE NUESTROS PERFILES EN REDES SOCIALES Y DISFRUTA DEL MAR EN TU MÓVIL!¿Cuántas veces hemos pasado por el Club Nàutic S’Arenal (CNA) o sus inmediaciones como si siempre hubiera estado allí? Nadie diría que hubo un tiempo en el que no existía. El club, con sus barcos, sus chavales aprendiendo a navegar, sus actos sociales y solidarios, forma ya parte inexpugnable del paisaje urbano y humano de S’Arenal de Llucmajor. Sin embargo, hasta 1952, nuestra localidad vivió siglos y siglos sin su club, aunque ahora nos parezca increíble. En ese año, un grupo de aficionados a la pesca recreativa decidió montar un espacio en el que amarrar sus llaüts y disfrutar del mar, justo entre el final de la playa de S'Arenal y Es Caló de Sant Antoni. Formado en sus inicios por apenas un centenar de socios, actualmente cuenta con unos 1.200 y más de 600 amarres. Entre sus pantalanes y actos sociales, se han forjado amistades, matrimonios y sagas familiares de varias generaciones, además de grandes navegantes y campeones de vela ligera.
En sus inicios, era un modesto club de pescadores recreativos con unos 120 amarres ocupados por pequeñas embarcaciones, especialmente llaüts, y algún barco de vela latina. En tierra, tenía una sola construcción, que ahora se llama Edificio 1 y que se utiliza para reuniones o como sala de prensa en las grandes regatas.
A finales de los 70, el CNA vivió una gran revolución, cuando el recientemente fallecido Juan Miquel Catany, presidente entre 1973 y 1994, impulsó su reforma y ampliación, hasta dejarlo, desde el punto de vista de la infraestructura física, tal como hoy lo conocemos. Construyó el Edificio 2, que acoge las oficinas del club y la cafetería, y amplió el número de amarres con la construcción de nuevos pantalanes. Aquello supuso una apuesta de riesgo del que el CNA salió airoso, ya que en aquella época los amarres no iban tan buscados como en la actualidad, y no estaba claro que se pudieran colocar todos, como así sucedió.
Además, Catany captó las tendencias de futuro de la náutica y la incipiente democratización de la vela de crucero. En los 80 y 90, la motonáutica, que había vivido su auge en las anteriores décadas, decayó en favor de la vela ligera y recreativa, con barcos un poco más grandes y confortables que los de los pescadores de los 60 y 70.
El segundo punto de inflexión que vivió el club se produjo a mediados de los 90, bajo la presidencia de Joan Vich Llompart, quien dirigió los designios del CNA entre 1994 y 2002. Fue una época convulsa en el seno del club en la que, en un ambiente de gran crispación y división interna, Vich profesionalizó el CNA a todos los niveles, especialmente en la gestión económica. Además de poner orden en las cuentas, Vich también montó las primeras regatas internacionales y puso las bases del que actualmente es el puntal del club: la escuela de vela. Se apostó decididamente por la vela deportiva como eje del club, que se llenó de niños y jóvenes que pasaban horas y horas navegando y participando en regatas.
El palmarés acumulado por los regatistas del CNA a lo largo de los años es espectacular, con grandes campeones de relevancia mundial como Aina Colom, Maria Perelló, Marta Cardona, Andrea Perelló, Xavier Antich, Pedro Terrones, Matías Bonet o las olímpicas Paula Barceló y Sílvia Mas. Además, el club ha dirigido durante años el Trofeo Princesa Sofía, que se ha convertido en una de las regatas más prestigiosas del mundo y ha conseguido una práctica dimensión olímpica.
Con la llegada del siglo XXI, la náutica deportiva se fue profesionalizando cada vez más, con la entrada de las grandes marcas y patrocinadores en el circuito. Además, en una tendencia imparable hacia la espectacularidad y la velocidad, se han ido consolidando nuevas clases y modalidades, con el auge de los 'foils' como elemento paradigmático de la época. El CNA se ha adaptado a estas nuevas tendencias en el mundo de la náutica de competición.
Su actual presidente desde 2015, Òscar Estellers, entró en el CNA con 14 años como joven promesa de la vela. Bajo su presidencia y la de su predecesor, Biel Dolç (2007-2015), se ha dado un impulso adicional a la escuela de vela, en la que hoy en día se enseña mucho más que a navegar. Los chavales aprenden a convivir, a trabajar en equipo, a ayudarse unos a otros y, muy especialmente, a amar el medio marino y desarrollar una fuerte conciencia medioambiental. Este ámbito es una de las líneas maestras del CNA, que ha sido siempre pionero en sostenibilidad, y de hecho se convirtió el pasado mes de abril en el primer puerto neutral en emisiones de España, certificado por la ONU.
Pero, ante todo, el CNA es una gran familia. Sus actos sociales son ampliamente concurridos por socios y amigos del club, y en especial los muchos que se organizan con fines benéficos. No olvidemos que el club es una entidad sin ánimo de lucro que reinvierte todos sus ingresos en su actividad e instalaciones, y también en acciones solidarias. La Sección de Solidaridad del CNA se encarga de canalizar las aportaciones solidarias de los socios, empresarios y simpatizantes hacia entidades sociales y personas desfavorecidas, con especial incidencia en Llucmajor, donde se ubica el club. En este punto, ya se ha convertido en toda una institución la cena de Navidad y los regalos de Reyes que el CNA prepara para repartir entre los vecinos menos desfavorecidos del municipio.
En su esencia, a pesar de su espectacular crecimiento a lo largo de las décadas, tanto en el ámbito recreativo como deportivo, no deja de ser ese pequeño club fundado por unas decenas de vecinos a los que unía el amor al mar y la navegación.