Investigadores del IMEDEA (CSIC-UIB) explican en un estudio realizado con la Universidad de Barcelona y algunas ONG de conservación, como SEO BirdLife, cómo las aves de alta mar alertan del estado crítico actual de los océanos.
¡SIGUE NUESTROS PERFILES EN REDES SOCIALES Y DISFRUTA DEL MAR EN TU MÓVIL!Las aves, que no conocen fronteras, son excelentes indicadoras del estado de los ecosistemas, especialmente las más viajeras como las procelariformes, o aves de alta mar, que debido a su comportamiento de largo alcance se han convertido en uno de los grupos animales más amenazados del planeta.
Dentro de este grupo de aves se incluyen los grandes albatros, los petreles, las pardelas y los pequeños paíños, un grupo de aves solo conocido por marineros o pescadores, ya que solo tocan tierra para reproducirse en islotes y acantilados poco accesibles.
Gracias al marcaje y la recaptura a largo plazo mediante el anillamiento científico y la utilización de dispositivos portátiles GPS miniaturizados, los investigadores pueden conocer el estado de sus poblaciones y sus movimientos. Además, con la combinación de las áreas de ‘campeo’ o home range, cuyos datos son proporcionados por el marcaje con GPS, y las áreas de máxima actividad pesquera, se elaboran mapas de riesgo en la costa mediterránea occidental para los planes de gestión y conservación.
La pardela cenicienta del Mediterráneo es una especie de ave con la que el IMEDEA lleva trabajando más de 20 años en sus zonas de reproducción en Baleares. En invierno se desplaza del mar Mediterráneo al océano Atlántico, el cual puede cruzar de Norte a Sur, ida y vuelta, alimentándose en aguas internacionales de ambos hemisferios, acercándose a las costas de África o América y permaneciendo principalmente en áreas marinas de varios países africanos, desde Mauritania a Namibia-Sudáfrica. Por lo que su seguimiento permite conocer mucho de lo que pasa en el Mediterráneo en primavera y verano, o en el Atlántico en invierno, como por ejemplo que las aves marinas no han conseguido ajustar sus calendarios de reproducción al ritmo al que se están calentando globalmente los mares.
Por otro lado, la supervivencia y el éxito reproductor anual de la pardela cenicienta varían en relación a los cambios oceánicos y climáticos a gran escala. Cambios que pueden reflejarse a través de índices que cuantifican las diferencias de presiones entre zonas polares y templadas del Norte del Atlántico o del Sur del Pacífico, como la NAO (Oscilación del Atlántico Norte) y el SOI (Índice de Oscilación del Sur). Estos índices resumen mensual o estacionalmente el clima en grandes áreas y, con ello, ofrecen una idea general de las precipitaciones, los aportes fluviales al mar, la temperatura del mar, la productividad marina o la frecuencia de fenómenos extremos como los huracanes. Por tanto, la relación de la dinámica de las poblaciones de estas aves con la variación de estos índices puede ayudar a predecir qué les ocurrirá con el cambio climático.
Los grandes petreles pasan casi el 40% de su tiempo en mares donde ningún país tiene jurisdicción, aguas internacionales que suponen un tercio de la superficie terrestre y donde se pueden producir más interacciones negativas con la pesca, porque hay menos control sobre el cumplimiento de las regulaciones y no existe un marco legal global de conservación de la biodiversidad. Una de las mayores amenazas para este grupo de especies, junto con la sobrepesca que esquilma recursos o las invasiones de mamíferos introducidos en sus zonas terrestres de reproducción, es la pesca accidental.