La bahía de Pollença “al límite de su carga ecológica” según un estudio realizado por Arrels Marines

Un informe ambiental realizado por Arrels Marines a petición del Ajuntament de Pollença sobre los impactos de las embarcaciones y estructuras de fondeo permanentes en la Bahía de Pollença revela que el fondo marino del Port de Pollença es “una zona muerta”.

La asociación Arrels Marines ha realizado un estudio sobre el estado de la Bahía de Pollença, que advierte que la presión excesiva de embarcaciones y el uso de arena de cantera para regenerar las playas ha abocado a las aguas interiores del Moll “al límite de su carga ecológica”.

Además de esta presión marítima, el informe concluye que el fondo está lleno de residuos voluminosos y que hay entre 1.662 y 2.875 “muertos” permanentes en la Bahía de Pollença, esto son escombros y neumáticos rellenos de hormigón que se utilizan para fondear ilegalmente embarcaciones.

En este estudio también se pone de relieve los efectos que ha tenido la modificación de sedimentos que ha sufrido la Bahía de Pollença por la aportación de arenas procedentes de canteras o de aguas muy profundas a la costa más rocosa para crear playas artificiales de baño.

El coautor de la investigación, Sebastià Cabanelles, ve complicada la recuperación ecológica de la zona y explica que “la mayor parte de la zona presenta una notable degradación y falta biodiversidad siendo una zona de barrizal que difícilmente se recuperará por sí misma a corto plazo”.

Para lograr esta recuperación, los expertos proponen que se realice un plan de gestión, vigilancia y eliminación de las embarcaciones fondeadas permanentemente y la puesta en marcha de un parque de fondeos ecológicos gestionado y regulado por parte de las autoridades competentes.

Además, Arrels Marines solicita que se tenga en cuenta lo que está pasado en los fondos marinos de Formentor, que ha habido un retroceso de la biodiversidad vinculado a la supresión del campo de boyas que Projecte Home gestionó en la zona durante años. “En solo un año sin el campo de boyas prácticamente se ha echado a perder lo que se había avanzado en 20 años. Vemos praderas con signos de posidonia arrancada y también auténticos caminos creados en la pradera por la erosión”, avisa Cabanellas.