Malen Riera, directora Millor Surf: “El surf no tiene límites”

Superar los miedos, los obstáculos y sumergirse en algo nuevo es lo que ha hecho un grupo de jóvenes de Aproscom que ha aprendido a surfear las olas gracias a una actividad de inclusión social organizada por el Millor Surf.

Este centro de actividades acuáticas ubicado en Cala Millor ha ofrecido la oportunidad a chicos y chicas de diferentes edades y con diferentes capacidades de superarse a si mismos y subirse a una tabla de surf. La dos veces subcampeona de España de surf y directora de Millor Surf, Malen Riera, ha visitado los estudios de Pasión por el Mar para contarnos cómo han sido estas sesiones y desvelarnos cuál ha sido la guinda final del proyecto, una exposición fotográfica efímera que inmortaliza la experiencia de estos jóvenes. 

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“Vino al Millor Surf una chica que trabajaba en Aproscom y pudo ver todo lo que ofrece el surf. Así que me dijo tenemos que llevar el surf donde yo trabajo, porque a los chicos les va a encantar y porque es un deporte que no tiene límites” recuerda. Y ahí es donde empezó todo este proyecto de inclusión social que se ha llevado a cabo en diferentes sesiones y que ha contado con la colaboración de monitores voluntarios. “Sin los recursos humanos no hay nada que hacer” confiesa.

La primera sesión fue una toma de contacto con todos, para conocerse. “Empezamos llegando al local y quitándonos los zapatos, para caminar por el local descalzos como acto de presencia”. Una acción que de primeras los chicos no entendían. “Todo el mundo se quitaba los zapatos, pero se ponía otros” recuerda Riera. 

Tras esta presentación, el equipo de Millor Surf comenzó con las indicaciones y las sesiones de aprendizaje en tierra, como calentamiento. “Los chicos se implicaron en el proyecto. Venían con un entusiasmo que nos contagiaban a nosotros y empezaron a superar sus límites” reconoce. 

Y es que, para alguno de ellos, cualquier pequeño paso era ya todo un reto. “Ponerse el neopreno ya era toda una aventura, el tema de las medusas, si el agua estaba fría…”. Pero poco a poco los jóvenes fueron superando sus miedos y empezaron a surfear las olas. “La finalidad era surfear y acabamos surfeando todos. Cuando los chicos se cansaban, los voluntarios cogían las tablas y surfeaban también” explica la directora de Millor Surf quien añade que “se creaba el circo de surfing”.  

Además de estas sesiones, el aprendizaje y una experiencia increíble, los chicos y chicas que han participado en esta actividad se han llevado un recuerdo que podrán conservar toda la vida, una fotografía de ellos subidos a las tablas. Con todas estas imágenes el Millor Surf organizó una exposición efímera en sus instalaciones, donde se podía apreciar la emoción de cada uno de ellos haciendo surf. “Ahora cuando nos reunimos para ver las fotos, volvimos a sacar la tabla porque querían ver si se acordaban de estar de pie. Y esto es como ir en bicicleta, nunca se olvida. Cuando lo tienes lo tienes y es para toda la vida” explica.